La frase del mes

"...Yo no estoy contra la policía, simplemente me da miedo..." (Alfred Hitchcock)

24 septiembre 2006

Las moscas


Qué es lo que pasa con las moscas! Estamos en otoño y siguen volando por mi cocina como si nada. Antes no había tantas moscas en otoño. Creo que no. No, no había tantas. Cuando era chico y pasaba los veranos en San Pedro –San Pedro provincia de Buenos Aires, no San Pedro de Jujuy- ahí sí que había moscas. Pasábamos veranos enteros en la casa de mi Abuelo de San Pedro. Era peronista mi abuelo. Ferroviario. Se ponía en la casilla y cuando venía el tren atendía la barrera. Trabajó como treinta años en la barrera. Después, cuando vino Menem se quedó sin trabajo.

Pero él lo defendía a Menem. No sé por qué lo defendía. Porque se quedó sin trabajo, pero seguía siendo peronista y decia que Menem era peronista. Creo que una vez hasta le dio la mano y todo... El Turco fue a San Pedro y aterrizó con una comitiva enorme en ese aeropuerto tan chiquito... Pero mi abuelo igual pudo darle la mano. Estaba muy contento ese día... Había cosas que lo ponían muy contento, aunque no lo demostraba. Por ejemplo festejar en familia. Se ponía como un chico. Pero tenías que saber percibirlo, porque sino no te dabas cuenta. Era feliz con eso. Cocinaba desde muy temprano. A veces asado, otras lechón... ¡Qué bien cocinaba el lechón en cruz! Una vez se fue al criadero de los Guso, que vivían al lado y se trajo un conejo. Pero el lechón en cruz… ¡Ahhhh! Ese era exquisito. Toda la tarde haciéndolo, y parte de la noche. En un rincón acumulaba brasas. Después lo ponía en la heladera y al otro día se comía frío con un montón de salsas. Tenía una mesa enorme de madera, un tablón gigantesco que ponía arriba de dos caballetes. Ahí comíamos todos, debajo de una gran parra. Éramos como 30 familiares. Los primos de mi tía Nora que eran 4 en esa época, los primos de mi tía Suni, mis 4 hermanos... ahora somos 6, pero en esa época éramos 4 y nos llevábamos bien... Nos sentábamos alrededor de la mesa y golpeábamos los tenedores para que se apuraran con la comida... “Queremos comer, queremos comer... sapo reventado... cucaracha frita”. Mi tía se enojaba... ¡Cómo se enojaba mi tía! Ella era muy religiosa... Y sigue siendo... Va todos los domingos a la iglesia...

Pero recién después de comer se llenaba de moscas. Y además ¡era verano! Acá no, acá es otoño y todavía hay moscas. Cuando era chico en otoño no había... No, no había. Y debe ser por eso del cambio climático. Por la tala de árboles en Brasil. Por eso está cada vez más loco el clima. El otro día leí en Internet que se eliminan bosques del tamaño de la Capital Federal en menos de un año. ¡Qué barbaridad! Por eso lo de la fotosíntesis no se puede completar... y se llena de humo todo. Eso me dijo el médico, que me agarra problemas con la garganta por la cantidad de humo que hay en la ciudad. ¿No vieron que los edificios están todos negros? Ahí está la prueba. Todos los frentes negros. Por los caños de escape. Después por eso tienen que limpiarlos. Sino se confunden el edificio de Metrogas con el de Telefónica... y andá después a reclamar que te devuelvan el dinero si te equivocás y pagás en el edificio equivocado. Eso sí que no se olvidan. Por eso no limpian los edificios. Nunca limpian nada. Los políticos siempre hacen lo mismo. ¡Ladrones de guante blanco! Eso es lo único blanco que se ve. El resto, todo negro. ¡Como el techo de mi cocina!

Siempre me pregunta lo mismo mi mujer: “¿Cuando vas a arreglar el techo negrito?”... y yo meta tirar del carro. Debe pensar que lo hago a propósito. Pero yo no lo puedo arreglar. No sé. Ya le eché de todo y no salen las manchas. Es que a la humedad no la sacás tan fácil... Hay que hacerle un reboque y después echarle la ceresita, pero sale cara. No es fácil... No. Por eso se llena de moscas. La comida se pega en el techo y ellas se ponen ahí para comer. Se limpian las patas y comen. Por lo menos ahí la cadena ecológica funciona...

J.P.K.

19 septiembre 2006

Aquí estoy, este soy yo

Cuando era chico tenía cierta habilidad para expresar lo que sentía a través de la palabra escrita. Por lo menos eso me hicieron creer muchas veces; y otros tantos más así lo repitieron. De grande ya no te dicen esas cosas. Siempre es "cuando eras chico tal cosa..." Y a decir verdad es lindo que te halaguen por algo. ¿A quién no le gusta ser halagado?
Mi madre lo sigue creyendo. Por eso siempre lo repite. Le cuenta a las vecinas lo que hace cada uno de sus seis hijos. En mi caso hasta les lleva los videos. Y los muestra orgullosa. "Es mi hijo mayor; siempre fue muy creativo, desde chiquito... es el calco del abuelo", dice. Y a mí obviamente me encanta escucharlo. Y darme la licencia de creerlo. Por qué no.
Eso es lo que voy a intentar en este blog. Escribir sensaciones. Creermela un poquito; explorar esa parte de mi que escrudiñé con placer desde chico hasta bien entrada la adolescencia. Como hacía cuando iba a los talleres literarios, a la biblioteca Tuñón y era socio de Clepsidra. Decir las cosas que uno piensa, en fin. Para halagar o no. Para que me halaguen o no. Ser palabra escrita entre miles de palabras virtuales.
¿Por eso será que me atrae tanto la idea? Y es que me entusiasma sobremanera, porque cuando tenía 11, 12 o 13 años -ya no recuerdo con exactitud la edad- hacía revistas. La revista del Día del Padre, que se editaba cada año por una semana. La Revista de los Chicos, que comunicaba el mundo infantil de todos mis hermanos ¡con titulares sensacionalistas y todo! Y ya más elaboradas con letraset como Icaro, de la que ya les hablaré alguna vez, pero que fue ¡la primera con anunciantes! Revistas para decirle cosas a la gente. Halagar o no. Con la firme convicción de plantarme frente al mundo para decir "Ey!, este soy yo!, y esto es lo que pienso"
La internet (como quien dice La Claudia, La Yanina) es en definitiva como un revista más. Porque al fin y al cabo permite también hacerse ver, leer y escuchar por más gente. Como una revista para quien quiera leerla pero sin la necesidad de conseguir avisos para subvencionarla. Te hace sentir que es más fácil plantarse. Aunque en el fondo siempre sepamos, o al menos sospechemos, que la Tierra es solo un puntito más de luz en este basto universo.