La fantasia es parte de mi naturaleza.
En este exacto momento
mi fantasia parte de la idea de que Paola
es cómplice de mi mirada.
Que esa sonrisa que parece dibujar
o que mi fantasía dibuja en su rostro
es para mi.
Solo para mi.
Entonces Paola de ojos azabaches y boca prepotente
deja todo lo que hace
porque no puede pedirle más tiempo a su placer
porque intuye que mis deseos la devoran
deja de pulir ese piso de mil veces de brillos pulidos
para ponerme en literales aprietos,
para poner a tono nuestro pulso.
Su lengua muerde mi oreja.
Su boca come mi cuello.
Parece un vampiro porque en verdad succiona muy fuerte.
Mis manos se atropellan
Acaparan sus muslos
Toman posesión indefinida.
Ella desnuda su cuerpo.
Deja que la yema de mis dedos describan sus curvas.
Entonces Paola
llena de éxtasis
¡quiere sexo conmigo!
mientras las viejas de allá adelante
discuten pavadas de sus vidas coquetas.
Quiero decirle tantas cosas...
pero ella me lo impide con una mueca irónica,
que esta noche no me dejará dormir.
Acaba con roces.
Llena de humedad.
Hace lo mismo conmigo.
Y en mi fantasía,
aunque la siga viendo ser tan prolija en esa casa ajena,
aunque mi líbido le haga el amor sin respeto,
Paola anota ligeramente su número en la palma de mi mano,
coloca sus dedos entre los dientes blancos
perfectos
y se retira con una contorsión adolescente
sin importar horarios y formalidades
sin reservar un solo segundo
tanto sexo que irradian sus caderas.
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