El sábado fui a ver una opera de títeres para chicos, la del título, Proteo y Cangrejo... Se trata de una versión libre de la ópera “As variedades de Proteu”, de Antonio José Da Silva “O Judeu”. Y me invito una de las dires del cole, Andrea Pita, que trabajó en la adaptación de los textos junto con Tito Lorefice.
Realmente me pareció un espectáculo maravilloso desde cualquier punto de vista. Es que el hecho de entrar al Teatro Avenida, que tiene casi 100 años de historia (se inauguró en 1908, 69 años después sufrió un gran incendio y en 1994 fue reinaugurado con una obra cuyo protagónico lo tuvo ni más ni menos que al tenor Plácido Domingo) se puede considerar un espectáculo. Con esa cúpula maravillosa, las luces de candelabros y las butacas aterciopeladas, hay para mirar y admirar desde las escalinatas hasta su interior.
Pero lo que es enteramente exquisito es que una obra barroca pueda mantener la atención de los niños de esta época, acostumbrados a golpes, efectos especiales y lenguaje de imágenes. Contra plástico, circuitos y metal de las nuevas tecnologías, tergopol, madera, aserrín, resinas y sogas dan forma y movimiento a los protagonistas centrales de la historia. Y lo hacen muy bien, desplegando una decenas de efectos ante la platea. Sin embargo estos efectos están muy lejos de ser digitales, sino que corresponden al arte que brota del propio cuerpo y expresividad de Tito Lorefice, titiriteros del CIPTO (Centro de Investigación y Producción en Teatro de objetos), de la Escuela de Humanidades de la UNSAM,cantantes líricos; y un seleccionado de alumnos de la Orquesta Infanto - Juvenil de la Orquesta-Escuela de Chascomús, formada por músicos de 12 a 21 años.
Es realmente apasionante ver a los titiriteros de gesto (Esteban Quintana, Celeste López, Pablo di Pasquo, Silvina Bastías, Ivo Siffredi y Carla Doorn) y de voz (Ernesto Musano, Adriana Sobrero, Fernando Morando y Flor Svavrichevsky) hacer sus mímicas y movimientos corporales sobre el escenario. Y más aún que esa magia recree un poco en los chicos lo que se hace en las películas actuales, donde también el doblaje es en vivo (aunque se puede editar y aquí no PORQUE ES TEATRO!!) o lo que se puede apreciar en los extras de los DVDs cuando se ve a la orquesta grabar sus líneas mientras se proyecta la película en pantalla grande.
Por un lado entonces es como estar metido dentro de un gran Backstage, pero por otro el espectáculo continúa y hay una historia de amor que corre. Y es la historia de Proteo que se enamora de Cirene a pesar que el padre de esta última tiene otros planes más ambiciosos para ella y la de Cangrejo (el personaje más risueño de esta obra y cómplice de la platea infantil) que intentará enamorar a Brisa con mil artilugios, entre ellas la habilidad de convertirse en diferentes objetos.
Quizá el escenario del Avenida no es lo que era, pero por momentos la acústica juega algo en contra de esta ópera, sin embargo el despliegue visual y algunos guiños en el texto ("No me peguen, soy el Rey", dice el Rey Punto en una frase que largada carcajadas cuando se la asocia a Giordano frente a los golpes de los barra brava) le quitan el traje de ceremonia para compartir con los pequeños la magia que 42 personas ponen sobre las tablas. Y los lleva de paseo tres siglos atrás para demostrarles que las historias de amor, y el humor, siguen y seguirán siendo los mismos motivadores de siempre. Porque en el fondo el amor y la amistad es lo único que prevalece en el tiempo.
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